He allí la gran pregunta. ¿Cómo distinguir un trabajo verdadero de una ilusión o manipulación?
No hay fórmulas mágicas para establecer divisiones claras. El fantasma del error siempre estará planeando sobre nuestros pasos. Sin embargo, tras largos años de aprendizaje, de pruebas superadas y profundas experiencias, puedo mencionar cinco puntos fundamentales que nunca se deberían olvidar:
El objetivo del trabajo. Los grupos de tarea no pueden estar flotando en la incertidumbre. Deben conocer y comprender los alcances del objetivo designado.
Confirmación del objetivo. Más allá de las buenas intenciones e iniciativas propias, aquí estamos hablando de contactismo. Y si un grupo de tarea se halla en auténtica relación con inteligencias no humanas que han dado inequívocas muestras de su fraternidad, se debe solicitar una confirmación contundente de su respaldo. Este escenario, reitero, es bajo la lupa del contactismo. En lo que respecta a la investigación dura y pura, son otros los mecanismos que siempre variarán de acuerdo a los modos de quien investiga.
Análisis en el terreno de las experiencias. Es uno de los puntos más delicados en los grupos de contacto: la ausencia del pensamiento crítico. Apartar el discernimiento en este contexto puede resultar muy grave. He aprendido que la observación detenida de todo cuanto sucede y su posterior reflexión minimiza los errores y aleja los espejismos. Por ejemplo, vi a gente introducirse en bancos de niebla en el desierto pensando que se trataba de una puerta dimensional. Y lo más curioso es que los protagonistas volvían narrando todo tipo de vivencias con los presuntos extraterrestres dentro de la niebla común, convencidos de que se trataba de un umbral en el espacio-tiempo. La mente, pues, también nos puede engañar. En el fenómeno ovni las confusiones, incluso en miembros entrenados en los grupos de contacto, suceden. Por ello es importante dialogar lo que se está enfrentando. Dicho todo esto: si la experiencia es real no debe haber ninguna duda. La experiencia debe hablar por sí misma, sin que tengamos que forzar nada.
Efecto dominó. Todo trabajo que lleven a cabo los grupos de tarea trae consecuencias maravillosas. No solo en el ámbito de la experimentación del contacto, la investigación y el conocimiento, sino también (y en mi opinión, por encima de todo), en lo personal. La secuela de lo vivido es transformadora. Hace crecer al individuo y al grupo implicado. No hay fisuras, dudas o confusión. Al contrario, el efecto es enormemente positivo. Una inyección sobrenatural de amplitud a nuestra consciencia. Las experiencias en la frecuencia correcta dejan esa firma.
La información. Y más allá de las experiencias y sensaciones está la información obtenida, que siempre es verificable en el tiempo, sin contradicciones y sólida en sí misma. Realmente es fascinante: cuando distintos grupos de tarea reciben la misma información (sin tener mayores detalles de lo que están llevando a cabo cada uno de ellos), y comprueban que esa información encaja perfectamente, se complementa y se edifica con todas sus partes en armonía, es una evidente señal de que se está caminando por la senda correcta.
¿Y qué no son los grupos de tarea? Más allá de las creencias personales y buenas intenciones, los grupos de tarea no abren portales en el mundo para liberar entidades atrapadas, ni se auto proclamarán como enviados especiales de una gran misión y ninguno de sus componentes se presentará como un gurú o guía de “información cósmica”. Caer en estas tentaciones mesiánicas nos puede llevar a la confusión.
El trabajo de los grupos de tarea es silencioso. Es la información y los mensajes recibidos y confirmados lo que sí se da a conocer a gran escala, cumpliéndose aquello de que “el mensaje es siempre más importante que el mensajero”…
Foto: Sol Sanfelice observando la sierra del Uritorco, Argentina.